Cómoda y atractiva ruta-paseo de corta duración, sin ninguna dificultad, que nos permite conocer las huellas y trazos dejados por lo que fue un bosque tropical en el período carbonífero, hace 300 millones de años.

El Bosque Fósil de Verdeña, es en realidad un largo y extraño paredón vertical de piedra dura de 150 mts. de largo y 18 mts. de alto, sobre el que aparecen dibujados peculiares relieves. Su descubrimiento tuvo lugar durante la segunda mitad del siglo pasado, al abrir una explotación para extraer carbón a cielo abierto, explotaciones muy abundantes en la época, en estas montañas. Los geólogos descifraron el significado de estos relieves, descubriendo que se trataba de marcas dejadas por restos de troncos, tocones y raíces de lo que fue un bosque tropical, durante el período carbonífero.

La ruta se inicia en el encantador pueblecillo de Verdeña, al que se accede por la ctra. PP-2174, después de pasar Estalaya. Desde el aparcamiento, en la entrada del pueblo, subimos unas escaleras y seguimos por una calle empedrada que pasa por debajo de un pasadizo, para seguir el camino a mano izquierda, que sale del pueblo y enlaza con la pista que, cruzando un atractivo robledal, nos llevará en el km.1,6 aprox. de nuestro recorrido, al comienzo del bosque fósil.

Un panel interpretativo, al inicio del recorrido, nos explica el origen del bosque tropical y posterior formación del bosque fósil y diversos paneles interpretativos, que se van sucediendo, explican los detalles de los relieves y huellas visibles a lo largo de la pared rocosa. Esta pared rocosa de Verdeña, con los relieves y trazos dejados por un bosque fósil, es de tal magnitud y relevancia, que se presenta como una de las más importantes en su género en España.

Finalizado nuestro recorrido por el bosque fósil, y tras andar un corto tramo, pasamos por un mirador, con atractivas vistas sobre Peña Celada y algo más adelante, en el km.2 aprox, llegamos al Mirador de la Pernía, con un panel interpretativo sobre las montañas circundantes. De vuelta a Verdeña, pasamos, por otro atractivo robledal, con algunos ejemplares centenarios y, cruzando de nuevo el pueblo, llegamos al final de nuestro paseo.